domingo, 24 de abril de 2011

La derecha populista gana peso en los países nórdicos por el rechazo a los inmigrantes musulmanes y a los ‘vagos’ del sur

La derecha populista gana peso en los países nórdicos por el rechazo a los inmigrantes musulmanes y a los ‘vagos’ del sur

Timo

El líder de los Verdaderos Finlandeses, Timo Soini.

COGIDO:ALERTADIGITAL La derecha identitaria ha descubierto un poderoso filón en Finlandia. Aunque en la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial no es difícil encontrar votantes profundamente indignados, las formaciones populistas han dado con otro eficaz argumento que complementa su tradicional mensaje de rechazo al inmigrante. Los multimillonarios planes de rescate europeos se han convertido en su última arma populista con un espectacular resultado en las elecciones finlandesas, donde el controvertido Timo Soini se quedó a un paso de la victoria la semana pasada.

El carismático líder de los Verdaderos Finlandeses sacó chispas a un sentimiento creciente en los países del centro y el norte de Europa. «No debemos pagar los errores de los demás», fue su sencilla consigna frente a los planes de ayuda activados en la zona euro. En un año, los 17 países integrantes de la moneda única han tenido que rescatar en colaboración con el FMI a Grecia e Irlanda y actualmente se negocia el salvavidas de Portugal. El montante total de los tres rescates, aunque no lo financian directamente los socios comunitarios, asciende a 275.000 millones de euros, más del doble del presupuesto español para este año.

Soini, que hace cuatro años apenas superó el 4% de los votos, comprendió rápidamente la fuerza del mensaje. En esencia, se trataba de insistir en la idea de que los países del sur de Europa han despilfarrado durante los años de bonanza y ahora les toca a los finlandeses sacarles del atolladero con sus impuestos. La estrategia dio resultado hasta tal punto que durante la noche electoral se llegó incluso a pensar que podía ganar. Finalmente, acabó tercero con el 19% de los sufragios, dos puntos menos que los vencedores del centroderecha.

El incontestable resultado, según la mayoría de los analistas, les abre la puerta a formar parte del nuevo Gobierno. El fuerte ascenso de los Verdaderos Finlandeses, sin embargo, ha tenido un impacto amplificado por las consecuencias que podría tener para Europa su entrada en el Ejecutivo. Soini, que se convirtió al catolicismo tras varios viajes a Irlanda, se opone frontalmente al rescate de Portugal, una situación que a lo largo de la semana ya ha generado nuevas tensiones en los mercados de deuda soberana de los que tan pendiente está España.

Por unanimidad

Finlandia, con una población de 5,2 millones de personas, no es una pieza clave en el fondo europeo de rescate por el tamaño de su economía. En realidad, sólo aporta 8.000 millones de euros a este mecanismo de emergencia por 52.000 de España o casi 120.000 de Alemania. La raíz del problema es que los salvavidas financieros se aprueban por unanimidad en la Eurozona y, por si fuera poco, Helsinki forma parte del grupo de seis países que todavía mantienen la nota máxima -triple A- en el rating de su deuda. Esta circunstancia no es menor porque los planes de rescate se financian con una especie de eurobonos que se apoyan en la credibilidad financiera de los miembros de la moneda única.

La Eurozona se agarra a la idea de que el ganador de las elecciones en Finlandia, el actual ministro de Economía, Jyrki Katainen, es un europeísta convencido que sabrá forjar un consenso en su país que no afectará al rescate de Portugal. La dimensión política del problema puede considerarse una cuestión bien distinta. El exitoso resultado de las extrema derecha finlandesa, curiosamente el país apenas tiene un 2,5% de inmigrantes y su tasa de paro es del 8%, pone de relieve una inquietante tendencia en buena parte de Europa y en especial en los países escandinavos.

Finlandia, el único miembro de la moneda única en la región, no ha sufrido más que un efecto contagio de sus vecinos. Dinamarca, Noruega y Suecia cuentan con una importante presencia de la derecha populista que se mezcla con su tradicional recelo hacia la UE.

De entrada, Oslo no pertenece a la Unión porque su población rechazó el ingreso en un referédum celebrado en 1994. Suecos y finlandeses respaldaron su entrada en el bloque un año después, pero Estocolmo sigue manejándose en coronas porque el país dio la espalda al euro en otra consulta organizada hace ocho años.

Denuncia de Abba

Dinamarca, que accedió a la UE junto a Reino Unido e Irlanda en 1973, ha sido uno de los modelos a seguir por los partidos populistas escandinavos en los últimos años. La formación dirigida por Pia Kjaersgaard sostiene a la coalición liberal que gobierna el país desde 2001 y posibilitó la llegada al poder de Anders Fogh Rasmussen, el actual secretario general de la OTAN.

Aunque el Partido Popular danés sólo ofrece apoyo parlamentario al Ejecutivo, su influencia ha conducido a un endurecimiento progresivo de las leyes migratorias. Kjaersgaard se enfrentará de nuevo al dictamen de las urnas en la segunda mitad de este año. Al margen de su cruzada para reducir los beneficios sociales a los inmigrantes, sus polémicos discursos han traspasado fronteras.

En 2010, llamó a prohibir los canales árabes en Dinamarca porque dificultaban la integración de los extranjeros. Su partido también ha acaparado páginas de la prensa internacional porque el grupo sueco Abba amenazó con denunciarles por utilizar su popular canción Mamma Mia -los seguidores de la formación cantaban Mamma Pia- en sus mítines.

Otra mujer, Siv Jensen, encabeza la consolidada formación islamófoba de Noruega. El Partido del Progreso rozó en 2009 el 23% de los votos y se mantiene desde hace años como la principal fuerza opositora en el país. Admiradora de Margaret Thatcher, la influencia de Jensen en el resto de países escandinavos es menor porque hasta el momento la mayoría de partidos noruegos han rechazado colaborar con ella.

La figura más seguida en los últimos años por las formaciones de corte populista es Geert Wilders. Considerado el gran renovador de este espectro político con su imagen moderna e impecable, el líder holandés del Partido de la Libertad ofrece apoyo parlamentario al Gobierno liberal desde el año pasado. Wilders, que afronta un juicio en su país por incitar al odio a los musulmanes, fue uno de los primeros en acusar a los seguidores del Corán de abusar de las ayudas sociales. Con esta vinculación, logró presentarse como un defensor de la mano dura contra los extranjeros que a su vez se preocupa por proteger las subvenciones pública

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