viernes, 23 de diciembre de 2011

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Pilar Rahola considera que “es una vergüenza mantener abiertas” las embajadas que Cataluña tiene en todo el mundo

Embajada
Carod, con Maragall y Rigol, durante la inauguración de la embajada en Nueva York.
C.ALERTADIGITAL.La periodista y escritora Pilar Rahola considera que “es una vergüenza mantener abiertas” las embajadas que Cataluña tiene todo el mundo porque “todo esto no responde a ninguna estrategia nacional inteligente, sino a la afición a montar con nosotros paridas mentales cuando nos sentimos frustrados”.
En este sentido, apunta que “se están reduciendo gastos básicos para la asistencia a la gente, y es imposible explicar por qué tenemos oficina en Nueva York y tenemos que suprimir los profesores para sordos de las escuelas”.
En un artículo en La Vanguardia, Rahola expone que “el gasto de estas delegaciones es insostenible” y pone como ejemplo “la oficina de 280 metros cuadrados que tenemos en el Rockefeller Center de Manhattan nos cuesta 330.000 euros anuales de alquiler, la de París, de 580 metros cuadrados, nos cuesta 399.000″.
“Sumado al gasto de los locales hay que contar el coste de personal, con el añadido del sueldo de los delegados, considerados como directores generales y que cobran 88.000 euros al año, más dietas. La suma supera el millón de euros, y no se ha reducido en los presupuestos actuales”, añade.
Rahola denuncia que “en cuanto al exterior sólo se reduce la solidaridad, se aumenta el gasto exterior y se mantienen intactas las embajadas, si bien es cierto que en las épocas gloriosas de Carod había llegado a doblar este presupuesto. Hasta aquí las cifras y, al parecer, las intenciones”.
“¿Tienen lógica estas embajadas y más cuando ya tenemos las oficinas del Copca (ahora con otro nombre) que hacen las funciones de ayuda comercial en el extranjero?”, se pregunta la periodista. “Creo -apunta- que fueron un disparate que llegó al paroxismo con la oficina de Nueva York, donde literalmente el tripartito se volvió loco y tiró la casa por la ventana.
“Sólo la inauguración, con el viaje oficial de una nutrida comitiva de amigos y adosados, ya costó más de 80.000 euros. Y ya había empezado la crisis que ahora nos tenemos que comer en términos de una deuda pública astronómico”, añade.
Por último, dice que “los resultados de estas delegaciones, en cuanto a los objetivos, son indescriptibles y llegan a la misma altura que la preparación diplomática que tenía el hermano de Carod para dirigir la lujosa sede de París: cero al cuadrado”.

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